Por Rafael L. Olivo
La ola “woke” o “progress” de la invasiva izquierda, creyó que sería muy gracioso, no solo hacer un desfile gay de lo más desagradable en la Apertura de los Juegos Olímpicos, si no que, como colofón, también lo sería burlarse de la Última Cena, el rito más sagrado de la religión cristiana, y no digamos nada del guiño a la pedofilia, al meter a una niña de unos 12 años entre esa caterva de de insinuaciones sexuales, que también incluía una alusión a un trío sexual en una de sus partes.
El que ellos disfruten de todo eso en privado nada hay que recriminarle, pero lanzarle esos mensajes que nada tienen que ver con el deporte a todo el planeta, fue algo totalmente execrable.
Los degenerados que escribieron y ejecutaron el guion de dicha apertura, pensaron que saldrían impune de la misma, total, dado que los muy criticados cristianos, solo se limitan a reprobar esas acciones levantando una ceja o, cuando mucho, con un discurso acalorado, sin mover un dedo más allá, algo muy diferente a lo que les sucedería si le hicieran lo mismo al Profeta Mahoma o a cualquier símbolo de la religión musulmana, ya que de hacerlo, las cabezas de la mayoría de ellos hace rato que ya no estarían sobre sus hombros.
Aún así, no se irán totalmente impune, dado que La empresa de telecomunicaciones “C Spire” ha decidido retirar su publicidad de los Juegos Olímpicos de 2024 en París y, probablemente, de los demás en lo adelante, no se cuanto perdieron por esta decisión, pero se de buena tinta que TOYOTA les ha retirados 895 millones de dólares, al retirarse de dichos juegos también.
Quizás esto les enseñe que, los que ellos llamaban “un mensaje inclusivo” era, en realidad, uno que excluía directamente a 2.400 millones de cristianos, y que le fue desagradable, a por lo menos 6.500 millones en todo el planeta. Hubo países, como Marruecos, que cortaron la retransmisión de los mismos, y eso, que ni siquiera son cristianos.
