miércoles, octubre 30, 2024

Oteando


Wessin y Wessin: El convidado de piedra de nuestra historiografía   [5/6]


Por : Emerson Soriano
emersonsoriano@hotmail.com

Legado de la guerra de abril. Lo anterior es importante si tomamos en cuenta nuestra cita previa de que la historia “la escriben los vencedores”. Y, al parecer, esa idea, proyectada a partir del Acta Institucional, ya sobre la base de lo real, ya sobre la base de lo aparente, dejó erróneamente consignados como vencedores a los constitucionalistas que, de paso, se atribuyen todo el desarrollo alcanzado a partir de lo que yo llamaría una revolución trunca. Pues, una revolución -como erróneamente suelen llamar los constitucionalistas a esa guerra-, al menos ideológica, supone una ruptura total con el statu quo prevaleciente para instaurar un nuevo sistema político, lo cual no es el caso. Por lo que, a todas luces, fue una guerra. Creo que se conquistaron en mayor grado las libertades públicas. Pero ese no es un logro decididamente particular de nadie; más bien es el resultado de la dialéctica colectiva para una nueva cultura de respeto de las libertades y a los derechos fundamentales deducida de la propia contienda que caló en la clase dirigente de la posteridad.

Con todo, pensando racionalmente, si de reivindicar el desarrollo experimentado con posterioridad a la guerra de abril de 1965 se tratara, ello no podría hacerse más genuinamente que a favor del general Elías Wessin y Wessin, cuestión deducida de las metamorfosis ideológicas experimentadas supuestamente “luego de los sucesos”, primero por el presidente depuesto, y segundo, por el propio Caamaño. Metamorfosis que los condujo a profesar una doctrina cuyos fundamentos en nada enarbolan, precisamente, la consolidación de una economía de mercado ni de una democracia liberal. La clase económica y empresarial surgida desde entonces, y la aún deficitaria e imperfecta democracia que disfrutamos, la debemos a las acciones que impidieron la reconducción de nuestro sistema político hacia uno que, aun con muchas virtudes, no pudo sostenerse ni en la Unión Soviética. Y eso, se lo debe el país al general Elías Wessin y Wessin.

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