Tiro al blanco
Rafael L. Olivo
El 09 de noviembre del año pasado (2024) escribí el artículo: “Trump y la Guerra de Ucrania”, donde vaticinaba que el fin de la misma, con Trump en el poder, sería rápido y duro, al menos para Zelensky (y los ucranianos) y, en menor medida, para la Europa belicista. Visto lo visto parece ser que el tiempo me da razón.
Entre las razones que enumero en ese artículo está el hecho de que en el 2019, Zelensky traicionó la confianza de Trump, al revelar una llamada que le hizo el entonces presidente norteamericano para que investigara los sucios negocios que llevaba el hijo de quien había sido vicepresidente del gobierno de Obama en ese país para el 2014, delación que le generó un tremendo dolor de cabeza, y que casi le derriban con un “impeachment”, al enterarse los demócratas de la misma.
Si a eso le sumamos que Trump no es precisamente belicista, y que sabe que un alto porcentaje de ese dinero se ha desviado hacia los bolsillos de los demócratas y para sus campañas políticas y, para completar, que el escenario de esa guerra fue preparado por los los mismos gobiernos demócratas comenzando con Obama y terminando con Biden, pues la verdad es que no había manera de que Trump no obrase de forma diferente.
En adición a lo demás, es una guerra costosa que drena las arcas estadounidenses, y que va en contra de su política de “América First”.
Para concluir, nos sorprendamos si Trump le concede a Putin toda la zona del este de Ucrania, al tiempo que quita a Zelensky de la presidencia y, con algo de suerte, encuentra y devela pruebas de dinero desviado por éste de las ayudas de la guerra para su propio beneficio, para desenmascararle y arruinarle.
La naciones no tienen amigos, tienen intereses, pero la venganza es una satisfacción que pocos humanos logran ignorar.