OTEANDO
Emerson Soriano
Hay en el ambiente sociopolítico dominicano una pestilencia peor que la anunciada por Marcelo a Hamlet en la obra shaquespeariana. Porque aquella apenas si pretendía señalar la decadencia moral de Reino de Dinamarca, en cambio, la que señalo, es espuria y proviene de elementos que, al verse relegados socialmente, no obstante haber hecho ya de todo para adquirir connotación pública obteniendo como único resultado la merecida calificación de verdaderos parias, se aventuran poniendo a circular rumores especiosos con relación a un asunto tan delicado como lo es el sistema financiero nacional.
A tales afanes se dedica, de manera especial, un connotado náufrago social que, consciente de ser tal y harto de pasársela diciendo barbaridades sin haber logrado llamar la atención de nadie, ha apostado a ello así sea a riesgo de ir a cumplir diez años de prisión por crear rumores falsos acerca de la estabilidad de nuestro sistema bancario. Nuestro protagonista, sabiéndose mortal, y ya envejecido, empieza a darse cuenta de lo estéril que ha sido su existencia y teme que lo que le reste por vivir no le alcance ya para hacer algo “trascendental”, por lo que ha decidido volverse más “creativo” aún de lo que hasta ahora fue. Y, como solo quiere fama, no importa si mala o buena, solo que sea fama, es obvio que no le importen las consecuencias.
Y es verdad que todos le hemos dejado llegar hasta ahí, todos tenemos una cuota de responsabilidad porque nunca se le haya puesto coto a su desaprensivo discurso por medio de la sanción que nuestras leyes traen aparejada para dicha conducta. Se impone entonces que hagamos un alto y reflexionemos sobre el hecho de que nuestra economía, aun con sus defectos, es sanamente estable, y de que hay advenedizos que darían cualquier cosa porque esta estabilidad se venga abajo, pues piensan que, si en países cercanos gobiernan verdaderos tarados, a ellos podría salirle premiado un billete de lotería semejante. Hay que ser entonces inteligentes. Debemos realizar una cruzada que contrarreste esta alocada ilusión.
Si dejáramos que una especie tal cobre fuerza, estaríamos construyendo la fosa de nuestra paz social, y comprometiendo la democracia que tanto nos ha costado. Es hora de reprender a cualquier rufián al que se le haya ocurrido. A propósito, el propio Banco Central le ha salido ya al frente. Acaba de publicar un documento que da cuenta de lo robustecido que se encuentra nuestro sistema financiero. Un documento con datos confiables y verificables que deja muy mal parado a quien puso a circular la falacia antedicha. Los dominicanos valoramos mucho la democracia que tenemos y la paz social que nos provee. No vamos a dejar que ninguna mente capciosa la ponga en peligro. Así que, la denuncia ha sido apreciada por todos, desde ya, como natimuerta y, por tanto, improductiva para su creador. Sin embargo, es responsabilidad del Ministerio Público perseguir que el creador de la especie sea sancionado. Ello sentaría un importante precedente para una sociedad que se ha vuelto esclava de las redes sociales y víctima de los terroristas de la palabra que se sirven de ellas.
