Oteando
Emerson Soriano
Percibo a David Collado como uno de los personajes más exitosos que tiene la política dominicana. Ha demostrado que no procede al influjo de emociones y que sus proyectos no se desplazan en la barca de los azares. Todos sus pasos, todas sus acciones -y por qué no, también sus omisiones- parecen ser el resultado de una pensada estrategia de gestión, tanto de su figura presidenciable como de su desempeño en la función pública. Y es natural que quien así obre despierte pasiones, positivas y negativas.
Lo anterior viene a cuento a propósito de cierto suceso indeseado con una joven turista desaparecida recientemente en la zona Este del país, a consecuencia de lo cual algunos periodistas y comunicadores han reclamado que el ministro David Collado dé el frente explicando en detalle lo ocurrido con la joven en cuestión. Sin embargo, si quienes hacen tal reclamo se hubiesen detenido a examinar los atributos que le reconozco en el párrafo anterior a David Collado, quizás se sintieran excusados de tener que hacerlo. Porque un hombre con tal grado de prudencia conoce perfectamente el lugar y el momento en que ha de hacer cada intervención pública.
De alguien así, no se puede esperar que observe la enfermiza ansia de connotación tan común por estos días en los advenedizos sociales y políticos. Más bien, David Collado proyecta la imagen de un político y funcionario respetuoso de los ámbitos de competencias ajenos, que no arrebata el balón al titular de una función extraña a la suya para lucrarse hablando acerca de lo que no sabe ni de lo que es extemporáneo hablar. Un hombre que posee el don de la espera y el sentido de la conveniencia para identificar la coyuntura propicia a sus intervenciones. Factores que, a buen seguro, desalentarán a los que quieren forzar una respuesta inoportuna de David Collado en la especie.
Y es que David Collado sabe que no es fiscal, para estarse incluyendo en la realización de pesquisas e identificación de causas de la desaparición de un ciudadano, ya extranjero, ya dominicano. Se sabe ministro de Turismo, y el suceso, aunque le indigne, por su categoría humana, compete aclararlo al órgano persecutor del delito.
Es éste el que debe dar los detalles sobre la connotación penal del caso, si alguna. Me parece que David Collado intervendrá cuando esto haya sido definido. Y de seguro lo hará, primero para mostrarse solidario en términos humanos, y segundo, para demostrar que se trata de un hecho aislado que, en modo alguno, implica un estado caótico del sistema de seguridad debido a nuestros visitantes.