domingo, noviembre 24, 2024
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OTEANDO | Abel Martínez se alzó con la mejor baza política del debate presidencial


Abel Martínez se alzó con la mejor baza política del debate presidencial

Por: Emerson Soriano


Mientras el morbo popular esperaba la sentencia contra “El doctorcito”, para solazarse en su más baja vocación, se producía anoche un evento llamado a trascender en el tiempo con más impacto y beneficios de los que produjo a la hora de su celebración. Me refiero al debate entre los candidatos a la presidencia de la república para las próximas elecciones del 19 de mayo del corriente.

Siempre he dicho que la política está constituida de “pensamiento, pasión e intereses”. Pues, como todo hombre, político por su propia tendencia a una sana gregariedad nacida de su necesidad de dirimir en favor de pueblo, escribo sobre ese debate lleno de incontenible emoción y profunda satisfacción por el impacto que produjo su concepción por parte de la Asociación Nacional de Jóvenes Empresarios (ANJE), su ocurrencia anoche y todo lo positivo que dejó para nuestro país. Consiguientemente, debo dar un voto de reconocimiento público a la ANJE, por haber tenido la perseverancia en su idea de alcanzar esta meta que se había convertido, desde hace mucho tiempo, en su objetivo misional más cardinal.

No sé de qué medios se sirvió o cuáles concesiones hubo de hacer la ANJE -fue ostensible que sí las hizo-, a los candidatos concernidos en el debate para lograr atraerlos hacia su convergente participación en el mismo, pero lo cierto es que merced a tales concesiones logró que se hiciera el primero en su género y, dado que los pueblos no renuncian a sus conquistas, se puede decir que ANJE ha logrado el inicio sin retorno hacia la construcción de una institución que rescatará del lecho de muerte al sistema de partidos de la República Dominicana, con lo que, de paso, contribuirá a disminuir algunos aspectos deficitarios de la Democracia Constitucional que lo soporta. Los franceses dicen que “lo que se entiende bien se expresa claro”. Pues, los debates constituyen una forma de exponer los candidatos al juicio público sobre su desempeño, mismo que podrán demostrar en la medida en que su discurso pruebe sus competencias y, además, su comprensión de Estado. Adicionalmente, la presencia física, y la apariencia personal, así como el lenguaje corporal y el recurso a las predisposiciones emocionales de la audiencia, podrían contribuir a despertar simpatías aún no logradas.

Dicho lo anterior, sé que todos esperan que les declare quién creo que ganó el debate. Pues, déjenme decirles que los juicios en estas cuestiones deben ser decididamente prudentes, y el análisis, indudablemente complejo.

Desde mi modesta perspectiva, cabe reconocer en el presidente Abinader la valentía de asistir al debate en un momento en que -se atribuya a lo que se quiera atribuir-, se encuentra bien en la percepción de su obra y ejercicio. Se la jugó, acaso, atendiendo a su idea de que habrá suficiente ciudadanía crítica para valorar que no está obsecado con el poder y que puede poner en la balanza las decisiones de asistir al debate y aportar a la democracia, aun a expensas de la disminución de sus simpatías, y la de no asistir, para conservar estas.

En el caso del expresidente Fernández, tiene una reputación que le precede en relación a su acervo sobre el Estado, y más aun, sus competencias comunicativas.

En consecuencia, si nos atenemos, repito, al método complejo del análisis, es de admitir previamente que, los tres, han hecho un gran aporte a la democracia dominicana, exhibieron caballerosidad y mucho nivel competitivo. Ahora bien, en la evaluación personal de los resultados obtenidos por cada uno, hay que decir, como ya avancé, que Luis se jugó una carta al exponerse; y Leonel, sin dudas, dejó reafirmadas sus ya sabidas aptitudes. Pero, de todos, habida cuenta de que para él constituía la mejor oportunidad de mostrar a la población electoral sus dotes, Abel Martínez sacó más ventajas. Veamos: Reitero que Luis y Leonel tienen un abolengo construido en su ocupación y han estado más expuesto al escrutinio público, cosa que Abel tiene, pero en menos grado. La población electoral tuvo así la oportunidad de constatar no solo su forma llana e impecable de comunicar, sino sus condiciones de experimentado estadista – conocer el Estado no es facultad privativa de quienes ejercen o han ejercido el puesto de primer mandatario- y, además, ver en primer plano su lenguaje corporal novedoso, sincero y manifiestamente enérgico. No es nada raro entonces que, anoche, el prestigioso analista Bernardo Vega dijera que la sorpresa del debate la constituyó Abel Martínez, al tiempo de bien valorar su excelente desempeño. Como resultado, es un hecho incontestable que, de los tres candidatos, Abel Martínez se alzó con la que podría considerarse la mejor baza política del debate presidencial.


 

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