sábado, julio 12, 2025
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Feliz cumpleaños, mi amor eterno

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Emerson Soriano

El día empezó a mostrar su ínsita claridad por medio de un sol cuyos rayos traspasaban, incólumes, el nuboso firmamento de la época, para mostrarnos una imagen digna de Ansel Adams. Unos ruiseñores danzaban de rama en rama su propio canto, y los pericos hicieron un vuelo rasante sobre nuestro techo de zinc, en Piché, para confirmar la hermosa visión panteísta de esa divina unicidad sustancial que es Dios con nosotros y en nosotros. Era el 10 de julio de 2025, una fecha trascendental. Hacía 64 años de la ocurrencia del hecho, y la despertamos con el tradicional canto del tipo de ocasión. Ella lo recibió como siempre, como siempre recibe cada día, con la dispuesta dulzura que prodiga a todos, con la acostumbrada y recurrente decisión de vivir solo el “aquí y el ahora” como fórmula exclusiva de toda felicidad.

Ha logrado en mí las mutaciones de carácter más trascendentes, es responsable de todos mis éxitos y paño de lágrimas de todos mis fracasos, y me ha contagiado esa vocación decididamente celebrante de todo cuanto le ocurre, viendo el bien que viene envuelto incluso en el mal. No le he llevado a Europa, un sueño mío siempre pospuesto por las jugadas de indomables azares. No le he hecho nunca grandes obsequios materiales, pues, ambos comportamos un disminuido sentido de la vanidad que nos permite ser felices con todo aquello que no se compra con dinero: un buen libro, la hermosa familia que formamos, y su rezo del rosario, responsable de la miríada de plegarias satisfechas en cada uno de nosotros.

Así es Rita, Rita Alexandra Cabrera Ramírez de Soriano, o Rialex, como me inventé llamarle hace 42 años -cuando me entregó para siempre su ser- con intención de mimarla. Alguien que no recuerdo ahora, me dijo que ella “vivía a través de nosotros”, que somos estímulo y materia de su estado de ánimo, y yo he terminado por compartir ese juicio. Me queda todo y nada por decir de ella: ningún hecho, ninguna palabra, ningún verso serán suficientes para describirla ni para agradecerle. Con todo, haré acaso un infructuoso intento de decirlo todo en una sentida frase. GRACIAS, RITA CABRERA, por permitirnos ser, siendo. Feliz cumpleaños, mi amor eterno.


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