MONTEVIDEO.- El expresidente uruguayo José “Pepe” Mujica, una de las figuras más singulares y admiradas de la política latinoamericana, falleció este martes a los 89 años, tras enfrentar un agresivo cáncer que él mismo anunció con serenidad en 2024. Conocido mundialmente por su humildad, su vida austera, su célebre Volkswagen “escarabajo” y su discurso en favor de la felicidad por encima del consumo, Mujica gobernó Uruguay entre 2010 y 2015, impulsando profundas reformas sociales como la legalización de la marihuana, el matrimonio igualitario y la despenalización del aborto. Vivió en una chacra junto a su esposa Lucía Topolansky, rechazó lujos y donó gran parte de su salario como presidente, lo que le valió el apelativo de “el presidente más pobre del mundo”, título que él rechazaba con filosofía: “Pobres son los que quieren más y nunca les alcanza”.
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Exguerrillero tupamaro, Mujica pasó más de 14 años preso, fue torturado, sobrevivió en aislamiento extremo y emergió como símbolo de reconciliación y resistencia. Con un estilo franco y una oratoria cargada de reflexión, dejó huella en la política global, inspirando a jóvenes y líderes con su mensaje centrado en el amor, la sencillez y el valor de la vida. Su discurso en la cumbre Río+20 lo proyectó internacionalmente y, tras su mandato, fue aclamado en universidades y foros de todo el mundo. “Que me quiten lo bailado”, dijo al hablar de su enfermedad. Su despedida deja un legado humano y político que trasciende fronteras e ideologías.