La política: entre la pureza de la ciencia y el arte del engaño

CEPM Energía Solar
OTEANDO

Avatar del Emerson Soriano

 Emerson Soriano

A nuestro padre fundador, Juan Pablo Duarte, se atribuye haber dicho que “la política es la ciencia más pura después de la filosofía”. Para Aristóteles, era el resultado de la sana gregariedad ínsita del ser humano que, a través del uso del logos y la razón, permitía dirimir en favor de la polis. Pero ¿es ciencia o arte? Es ambas cosas a la vez. Exige pensamiento, rigor metodológico y disposición para descubrir nuevas verdades a partir de una resuelta ruptura epistemológica, de esa “epojé” griega que permite observar los fenómenos en ausencia de todo prejuicio. Pero, al mismo tiempo es arte: su ejercicio demanda una aptitud especialísima que pudiéramos llamar “la convergencia de dones” necesarios para realizar todas las maniobras que reclaman los actos de alcanzar el poder, sostenerlo y ejercerlo apelando a la persuasión por medio del encantamiento, incluso, cuando las circunstancias lo requieren.

Hasta aquí, todo va bien con la idea de la política, todo se contrae a la conjetura teórica sobre esta materia, se queda en la sublimada apreciación de su ontología, cuestión reservada más a los que nunca han ejercido el Poder que a los “desafortunados” expuestos permanentemente a luchar con la naturaleza ajena, y con la propia; pues, ese aspecto de la política llamado Poder exige la combinada vocación de explorar con decidida alteridad la mente de los gobernados -sean próximos o distantes- con la capacidad de conocerse a sí mismo como gobernante y de poner al servicio de la “noble causa” todas las habilidades que se tengan para poder retenerlo.

Semejante vocación pone en riesgo, muchas veces, el sentido de la humanidad, pudiendo caerse en el irracional y desmedido uso, ya no del “arte sano”, sino de habilidades aviesas y comprometedoras de los escrúpulos. Hasta estos contornos ha venido a parar por estos días el ejercicio de la política. A tal punto ha sido impregnada de realismo, que los buenos han terminado por temer tanto dirigir como ser dirigidos. Hay en el ambiente una manifiesta falta de fe en la política y en lo político. Y es una falta de fe angustiante, que nos produce vértigo, habida cuenta de que estamos condenados a padecerla sin remedio visible, ya que “la propia vida es política” y ese concepto de “biopolítica” acuñado por Foucault nos inmoviliza y arropa en el fango movedizo de una concepción de la política como arte engañoso que en nada concuerda con el sano propósito de la ciencia.


CEPM Energía Solar
CEPM Energía Solar
ANGEL RAMIREZ TRUCK PART