Condado de Loudoun, Virginia.– En este rincón aparentemente tranquilo del norte de Virginia se concentran alrededor de 200 centros de datos que ocupan unos 45 millones de m², lo que le ha ganado el apodo de “callejón de los centros de datos”. Desde allí se aloja buena parte de la nube de Amazon y la infraestructura que soporta internet y la inteligencia artificial a escala global, al punto de que una reciente caída masiva de servicios de Amazon puso al condado en la mira mundial. Estos gigantescos edificios industriales representan apenas el 3 % del territorio, pero aportan cerca del 40 % del presupuesto del condado, generan miles de empleos y han convertido a Loudoun en el condado más rico de Estados Unidos.
Sin embargo, el modelo tiene un costo local: residentes como Emily Kasabian y Greg Pirio denuncian ruido constante, pérdida de áreas verdes, aumento de las tarifas eléctricas —que en zonas cercanas han subido hasta un 267 %— y el avance de proyectos casi sin freno regulatorio. A la vez que el gobierno de EE. UU. impulsa más centros de datos para liderar la economía de la IA, vecinos y activistas reclaman reglas más estrictas y planificación urbana, temiendo que el “boom” tecnológico termine erosionando la calidad de vida que originalmente hizo atractivo vivir allí. Para muchos, el dilema ya es claro: no se trata solo de más desarrollo, sino de cómo hacerlo sin sacrificar el lugar donde viven.