viernes, agosto 1, 2025
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Raquel Peña: una mujer a observar

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Emerson Soriano

En la tarde de hoy, con ocasión de una audiencia que tuvo a bien concederme para tratarle un tema de salud de un amigo, tuve la oportunidad de conversar con nuestra vicepresidenta Raquel Peña. Como acostumbro para esas ocasiones, le llevé un presente, un ejemplar de la novela <<Tu rostro mañana>>, de Javier Marías. Para mi sorpresa, no solo conocía al autor, sino que ello dio lugar a una vasta conversación sobre literatura y arte, sobre la relación entre el poder, la moral y la justicia. Hablamos de Tucídides, Aristóteles, Bertrand Russell, Harari, Hegel y Kant.

Asimismo, hablamos de las rivalidades geopolíticas del mundo de hoy , de las amenazas y los temores que la provocan, de su impacto en los países de nuestra órbita y de los remedios que considera pudieran amortiguarlo. Todo esto me convenció de que en ella hay una política cuyo acervo reclama una nueva mirada a la participación de la mujer en política. No me pareció una persona predispuesta a hablar solo es espacios controlados, sino que, contrariamente, es dueña de una desenvuelta autoridad discursiva y que ha adquirido un gran conocimiento de los asuntos de Estado.

Nos adentramos en el análisis de los problemas nacionales, a saber, el de la Ley de Seguridad Social, el de la inmigración ilegal haitiana, el desempeño de nuestras economía y nuestro sistema educativo, así como los espejismos que pueden distorsionar los mercados y muchos temas más. Me expresó su sentida aspiración de un verdadero desarrollo en democracia, a despecho de los fracasos políticos que, en la región, han producido ciertos saltos al vacío pretendientes de un cambio de dirección en el sistema.

Nos sentimos tan recíprocamente agradados en nuestra charla que casi olvido el tema que me llevó hasta su despacho. Hacerlo significó el culmen de mi grata impresión; pues, su respuesta, fue mejor de la que esperaba, lo que me permitió conocer entonces esa parte humana que ennoblece el espíritu de los grandes. Dispuso, con decidida presteza, que se exploraran las posibilidades que hay para proveerle a mi amigo las medicinas que precisa y su adecuada administración, habiéndose comprometido en darme una respuesta definitiva en las próximas horas.

Nos despedimos haciéndonos la recíproca promesa de habilitar futuros espacios propiciantes de una aproximación que tienda a la consolidación de una productiva amistad en los órdenes social e intelectual. Me marché con la más grata de las impresiones y pensando que Raquel Peña es una mujer a observar. Quiero expresarle mi sincera gratitud por el trato cálido y solidario que me dispensó, y formulo mis mejores votos por su larga vida y mucha salud.


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