martes, diciembre 3, 2024
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Capitalismo Salvaje vs Migración Ilegal II

Segunda parte


Tiro al blanco

Rafael L. Olivo


A partir del “boom” del desarrollo turístico, y paralelo a un progresivo deterioro de la situación política, social y económica de Haití post caída de la dictadura de los Duvalier, comenzó una acelerada haitianización de los trabajos de la construcción, no porque hubiera una imperiosa necesidad de los mismos, provocada por falta de mano de obra dominicana, si no, más bien, porque era una mano de obra más barata.

Encima de eso, algunos ingenieros y/o maestros constructores tenían un incentivo extra, el cual consistía en combinarse con los inspectores de migración, quienes “coincidencialmente” realizaban operativos migratorios en el día, hora y lugar en que se les iba a pagar a los trabajadores haitianos de la construcción, lo que causaba que muchos de ellos fueran apresados o salieran huyendo sin su dinero, traduciéndose esta acción en grandes beneficios para esos delincuentes, en detrimento de los trabajadores haitianos.

Independientemente de eso, los albañiles dominicanos, al ver caer o progresivamente el precio de su trabajo, se fueron retirando de dicha actividad y, los que no migraron a otras latitudes donde devengarían salarios justos, , como Puerto Rico, se fueron dedicando a otras actividades, como el motoconcho, vendedores ambulantes, prestamistas, etc. Ya que los haitianos ejercían lo que conocemos como “dumping laboral”, trabajando muy por debajo de precio promedio en que lo hacía un albañil dominicano, impedimento así que los salarios de los dichos trabajadores pudieran subir apropiadamente en el tiempo y acorde con la inflación.

Para colmo, de un tiempo a esta parte, en muchos lugares se ha detectado una inquietante y perturbadora situación, la cual consiste en que los haitianos, en algunas obras, al saberse en mayoría y en control de la construcción, han comenzado a demandar que los trabajadores de las mismas sean mayoritariamente haitianos, y si, a su parecer, en una obra específica hay demasiados dominicanos , la paran, forzando a los encargados de la misma a sacar a los dominicanos, para “cumplir” con una mayor cuota de haitianos. Aparte de eso, a menudo los dominicanos en la construcción se sienten hostilizados por los haitianos, y cuando reaccionan, les golpean, mutilan y, en ocasiones, hasta les han asesinado. Misma situación sufren trabajadores informales, donde como ejemplo tenemos los motoconchos, a quienes van sacando bajo amenaza de las esquinas que usan como “paradas”, y donde llegan los haitianos ya los dominicanos no pueden pararse a esperar pasajeros, a menos que no aprecien su anatomía o sus vidas.

Todos estos puntos y otros más, fueron causando que el dominicano se retirara a marchas forzadas de la construcción, causando un efecto social y laboral secundario, relativo a la cultura del nicho cultural/laboral, es decir, que el dominicano comience a ver la construcción “como un trabajo de haitianos”, tal cual ha sucedido con el corte de la caña de azúcar hasta nuestros días.

A menudo la profesión es una herencia familiar, social y cultural, por lo que si los niños dominicanos no crecen viendo a sus padres, tíos y vecinos trabajando construcción, si no que quienes hacen esa actividad son haitianos, con las que ellos no tienen contacto, difícilmente pongan esa actividad económica en su lista de opciones para su futuro.

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