La cuestión adquiere particular importancia si se la considera en atención a nuestra proximidad con Haití y a la única forma en que, dada esta, es prudente cooperar con los planes de la ONU sin que nuestras acciones puedan ser interpretadas como injerencia en sus asuntos internos: somos miembros de la ONU, y lo menos que podemos hacer es honrar los tratados internacionales que sean aplicables a la especie sin perjudicar nuestro papel de neutrales. Por ello, ningún haitiano podrá decir, justificadamente, que estamos haciendo injerencia, habida cuenta de que no solo estamos ofreciendo esa cooperación a las fuerzas kenianas en atención a la solidaridad comprometida en materia de conflictos bélicos donde participen este tipo de misiones, sino que, a diario, estamos ofreciendo esa solidaridad humana a todos los haitianos que habitan nuestro territorio en la prestación, sin discriminación, de servicios de salud y educación, entre otros. Más aún, lo ofrecemos a diario a cientos de mujeres haitianas parturientas a las que, ningún hospital nuestro les ha cerrado las puertas. Por todo lo anterior, considero injustificada la preocupación de algunos sectores acerca de los riesgos que implica el ofrecimiento de prestación de servicios médicos a la misión de pacificación de Haití encabezada por Kenia.