La acertada gestión de una vocación
Por: Emerson Soriano
Es un hombre de mediana estatura y grandeza única. Camina desde la sala de procedimientos hasta su consultorio con la lenta prisa -se impone el oxímoron- de los que no escatiman esfuerzos para calmar la angustia ajena; pues, si ha de pararse diez veces antes de llegar a su destino lo hace así sepa que el día, como siempre ocurre, no va a alcanzar. Pero esa reconocida limitación no lo detiene; nunca alcanzó el tiempo a los que como él sienten esa vocación para el ejercicio extremo de una sana alteridad. Él es el doctor Enmanuel Espinal, médico gastroenterólogo del Hospital Metropolitano de Santiago (HOMS).
Conocí al doctor Espinal como consecuencia de una dolencia física que me afectó, y fui hasta él con el escepticismo propio de quien suele pensar que los médicos mientras más viejos más competentes. Me llevé una agradable sorpresa cuando confirmé que no solo es muy competente, sino que combina sus capacidades con la paciencia que demanda el ejercicio de su profesión y la disposición permanente de escuchar a sus pacientes consciente de que la mejor medicina es la empatía.
Enmanuel es un alma noble, que vive la vida con entusiasmo por su profesión médica, pero más aún por el trato con las personas, lo que parece reportarle más satisfacción que todo, o casi todo. Es inteligente y ameno, y practica la medicina por medio de la inducción psicológica hacia el bienestar físico y psíquico. Su técnica es infalible, no cae en el error de negar al otro, sino de reconocerlo. Nació médico, solo pasó por las universidades a certificarse.
En la actualidad, el doctor Enmanuel Espinal incursiona en el mundo gremial, preside el capítulo regional de la Sociedad Dominicana de Gastroenterología con sede en Santiago de los Caballeros, entidad que por estos días está imbuida en la promoción de la prevención del cáncer de colon, aprovechando que marzo es el mes consagrado a este propósito. Está dando todo de sí para concienciar a las personas de que la detección oportuna de este tipo de dolencia aumenta las posibilidades de su erradicación en las personas que lo padecen. En ese tenor, juntamente con la doctora Claraly Almonte, presidenta nacional de dicho gremio, y todo el equipo de valiosos profesionales de la medicina que lo conforman, durante todo este mes, ha estado concernido en un apretado programa de actividades de índole diversa (académicas, científicas, etc.) que hablan por sí sola del empeño con que este gremio ha asumido su compromiso de educar para la vida.
Invito a mis lectores a poner la mirada en este joven profesional de la medicina, porque constituye una verdadera promesa en el ámbito de su competencia, ya que ama lo que hace y, como decía Goette: “Para lo que nos gusta, tenemos genio”.